Las ventas tienen la misma antigüedad que la que tenemos las personas. Al principio teníamos trueques de productos entre unos y otros. Poco a poco se evolucionó a partir de la demanda de ciertos productos y la cantidad de ellos para lograr abarcar lo que se requería para poder sobrevivir , llevando entonces a intercambiarlos por diversas piedras y granos así como tiempo después por metales que se tradujeron a tipos de moneda.
El comercio se extendió en historia y territorio. Se requrían intermediarios entre poblaciones así como por las conquistas tanto de productos, animales y metales siendo objetos de necesidad o deseo entre unos y otros. Esta forma si bien se ha ido mejorando y evolucionando, ha seguido siendo la de uso más frecuente, y la podemos ver incluso en nuestros días a partir de las formas tradicionales de comercio.
Sin embargo, entraron nuevos jugadores como es la tecnología, así como son los productos intangibles. Hoy podemos tener acceso a música a partir de un intangible, de películas y series, servicios, seguros de todo tipo e incluso de obras de arte que se venden en el metaberso y que aunque seas su propietario, no las tomarás en tus manos, con la misma relevancia y necesidad que se tiene de los productos tangibles.
La inteligencia artificial tampoco es nueva. Alan Turing cuenta con los primeros registros de ella en los años 30´s, cuando propuso un método para poder determinar si una máquina era capaz de pensar, todo esto quedó plasmado en el artículo “Computing machinery and intelligence” publicado en la revista Mind. Sin embargo, la rapidez de su evolución, la implementación y desarrollo, ha puesto la IA como una de las herramientas que ayuda, de la mano del hombre, a generar soluciones y evoluciones en varias industrias.
Integrar la IA a las ventas se ha sentido como una amenaza para las personas pero no es así. A partir de ella se pueden reducir pasos en los procesos, definir por medio de algoritmos los territorios, zonas e incluso características específicas humanas para llegar a personas que puedan estar interesadas en nuestros productos.
También se puede determinar la forma para presentarselos a partir de la data que arrojan sus consumos, lo que nos permite a los humanos reducir los tiempos a partir de la utilización de la información y utilizar una vez más a la IA, como herramienta que genere propuestas óptimas y atractivas para incrementar nuestras ventas. El proceso que parece complicado nos obligará a las personas a evolucionar.
Esto ya se lleva a cabo en algunas empresas que han desarrollado y evolucionado tecnológicamente ofreciendo a sus clientes procesos óptimos como lo es Übbitt.
La propia cotidianeidad nos ha integrado a la Inteligencia Artificial. Tenemos refrigeradores que nos indican niveles de consumo, falta de productos y hasta mensajes de nuestras familias. Nuestros equipos móviles nos tienen inmersos en el uso de ella pudiendo ver las cosas que nos gustan en nuestras redes, o descargando aplicaciones que nos sugieren; e utilizamos chatbot por ejemplo, en diversas plataformas. Ya la vivimos, la utilizamos y lo único que nos falta es adoptarlas como un aliado para lograr llegar a las metas y objetivos en menos tiempo.
Lo que sí nos va a obligar, si sabemos utilizar bien esta herramienta, es a gestionar de forma distinta nuestros tiempos. Lograremos las tareas en menos tiempo y eso nos abrirá el espacio para momentos de ocio regresándonos a espacios de mayor convivencia y calidad de vida. Esto último es parte de lo que buscamos en nuestra trayectoria personal y laboral, y si es la IA quien nos pueda ayudar a llegar a ello, incrementar las ventas de intangibles y gestionar recursos, perdamos el miedo a ella e integrémosla en nuestras empresas y proesos.